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Ott Tanak avanzó al liderato del Rally de Australia
11/17/2018


Seis tramos, eso es lo que separa a Sébastien Ogier y Julien Ingrassia del que puede ser su sexto título consecutivo del WRC, precisamente en un Rally de Australia en el que no necesitan mucho más que esa sexta posición que ocupan actualmente para lograr su gran objetivo, el segundo Mundial con una M-Sport que todavía sigue recordando con una sonrisa ese día en el que Malcolm Wilson recibió la noticia del cierre del proyecto Volkswagen Motorsport y decidió descolgar el teléfono para tentar a la pareja gala para que aceptara el reto de hacer ganador al nuevo Ford Fiesta WRC.

Son 83,96 kilómetros los que se distribuirán entre las seis especiales de la jornada del domingo, la misma en la que Ogier deberá mantenerse lejos de los problemas para cerrar una de las temporadas más competidas del Mundial de Rallies desde que en 2003, Richard Buns, Sébastien Loeb, Petter Solberg, Carlos Sainz y Marcus Grönholm nos regalaran un año difícil de olvidar a pesar del paso del tiempo. La jornada del sábado terminaba con algo de revuelo, no solo en lo deportivo, ya que se extendía un rumor acerca de unos posibles problemas en el coche de Ogier que el francés mal interpretaría como un intento de desestabilizar desde Hyundai.

El paso por las dos superespeciales de Destination NSW (New South Wales) parecía que no nos iba a deparar grandes sorpresas hasta que la lluvia comenzaba a caer con fuerza y hacía que el agarre en el recorrido fuera mínimo, especialmente en las zonas alquitranadas en la que especialmente el segundo grupo de pilotos sufría para mantener el coche sobre el tramo espectáculo. La temperatura caía y los neumáticos de tierra, en la mayoría duros por las elecciones y ya muy gastados tras el bucle, no eran capaces de encontrar el grip en esa pista de patinaje con trampa en la que se habían convertido los últimos dos recorridos del sábado.

El gran beneficiado era el propio Thierry Neuville, piloto que salía en el primer grupo de cuatro pilotos y que se encargaría de marcar el scratch, sacando diferencias que se llegaron a situar por encima de los siete segundos respecto a los cronos de Sébastien Ogier o de Esapekka Lappi, los cuales, al contrario que el belga de Hyundai, salían a la pista ya con el firme completamente empapado por una de esas tormentas que habían pronosticado las previsiones meteorológicas.

La pérdida de tiempo era dramática, especialmente para Jari-Matti Latvala, Craig Breen, Mads Ostberg y el reenganchado Andreas Mikkelsen, los últimos en salir a la pista para realizar sus dos pasadas y dejándose todos ellos más de 10 segundos en su primer paso. El principal damnificado era el propio Latvala, el cual pasaba de apenas estará una decena de segundos de Ott Tänak a acumular más de 20 segundos de retraso y tener que mirar a un Hayden Paddon que se situaba a solo 4,4 segundos de la segunda plaza del de Toyota. Mads Ostberg también cedía mucho terreno y se encontraba con la incómoda presencia de Esapekka Lappi a solo 3,8 segundos de su hasta ahora confortable cuarta posición. El propio Jari-Matti, muy enfadado, pedía que se cancelaran los tiempos de las superespeciales después de haber esperado dos horas para salir a los tramos y encontrarse con la lluvia.

En cuanto al resto de posiciones todo parecía prácticamente invariable, con Ott Tänak más líder y con Sébastien Ogier y Thierry Neuville instalados en la sexta y la octava plaza. Tanto el estonio como el belga necesitan que algo pase con la posición del francés para poder aspirar a robarle el título al pentacampeón. Neuville podría dar caza a Evans a pesar del medio minuto de desventaja, sin embargo, seguiría partiendo en inferioridad de posibilidades en caso de empate a puntos con Sébastien.