El juego de los jóvenes

"Long may you run..."
Neil Young

Desde hace mucho tiempo se sabe que Michael Schumacher tiene un contrato firmado, al igual que los principales directivos de su escuadra, hasta fines de 2006. Tanto él como Rossa Brawn, el director técnico australiano, Rory Byrne, el diseñador sudafricano, Paolo Martinelli, el ingeniero de motores italiano, y Jean Todt, el director de la Scuderia Ferrari y de Maserati Competizione, tienen asegurado su sitio hasta fines del 2006, cuando menos.

El ‘Schuminator’ tiene 36 años de edad, por lo que habría que pensar cuidadosamente cuantos años le quedan en una cada vez más juvenil Fórmula Uno, en la que los 30 años de edad son un límite para cualquiera que pretenda debutar, y marcan también el principio del fin de la carrera de cualquiera. Y no se trata de que a los 30 y tantos los pilotos pierdan reflejos o sean más lentos, sino que simplemente la especialización moderna hace que los niños que empiezan en los karts a temprana edad tengan ya varias centenas de carreras cuando se suben a un monoplaza, y cuando llegan ala Fórmula Uno sean todos unos expertos en cuanto a la tecnología. Además, su tiempo libre lo pasan en los videojuegos de carreras, así que refuerzan esa enseñanza práctica con la de la pantalla. El propio Schumacher no estuvo exento de ese camino, pues cuando debutó en monoplazas venía del kantismo, ya que su padre tenía una pista en su natal Kerpen. Pero ahora que se acerca a los 40, ya lo quieren retirar, y creo que no es cuestión de facultades sino de costos.

En todos los deportes profesionales hay grandes veteranos, pero el contratar a un gran veterano es más costoso que a un gran novato, porque hay mínimos de remuneración, y más cuando se tiene un historial tan distinguido como el del heptacampeón alemán. Su costo es de no menos de 35 millones de dólares por año, y no se va haciendo menor, por lo que una extensión de contrato en el transcurso de 2006 le costaría a un equipo mucho dinero, que algunos jefes de equipo podrían preferir invertir en desarrollo del auto, lo cual, por cierto, fue el mismo argumento que usó BAR para correr a Jacques Villeneuve de su equipo, y eso que su salario no era de tanto dinero (solamente 20 millones).

Y estamos en el umbral de tener al piloto más joven de la historia coronarse en la F1, o sea Alonso quien recién cumplió 24 años el fin de semana el GP de Hungría. Y ya hemos visto como un piloto con 23 carreras en monoplazas, Kimi Raikkonen, brincó de la Fórmula Renault 2000 a la F1 y pudo con el paquete, y ya nadie recuerda que la FIA le puso una restricción en base a resultados para otorgarle la superlicencia. Y Nico Rosberg probó un F1 a los 17 años en forma oficial, con Williams, donde su padre fuera campeón en 1982, y ya vienen por ahí otro niños superdotados.

 

En Champ Car no cantan mal las rancheras y el equipo Conquest tiene a dos pilotos que, sumando su edad, son menores que Schumacher, y el galo Nelson Philippe debutó a los 17 años y meses en la serie, cuando apenas podía tener un permiso provisional para conducir en la calle. Y vemos como cada vez hay más atención a los pilotos niños, por ejemplo, la Fórmula Campus en México, para pilotos que ya son muy grandes para correr como kadets en los karts, pero no tienen años para correr en las fórmulas mayores.

Sin embargo, habría que pensar que el gran Juan Manuel Fangio obtuvo su primer título casi a los 40 años de edad, y el último más cerca del medio siglo que de las cuatro décadas. Y nunca lo acusaron de falta de reflejos, cansancio o algo así, y, no se trata de decir que ‘todo tiempo pasado fue mejor’, pero aquellos autos eran monstruos de gran tonelaje, sobre llantas angostas y manejados durante 500 kilómetros o tres horas como mínimo, que era el estándar de un Gran Premio, no sobre llantas anchas con un peso total de 600 kilos para el auto y 300 kilómetros o dos horas de recorrido como es el caso actual.

Pero a mí lo que me preocupa es cuando va a dar la vuelta el péndulo. Yo solamente espero que todos aquellos entusiastas del deporte no le den la vuelta, especialmente las mamás ‘corazón de pollo’, en cuanto se mate el primer niño en una de las categorías juveniles que ahora existen. Y es que como los videojuegos nos han acostumbrado a chocar sin pagar el precio, los pilotos niños se han acostumbrado a chocar en la realidad en las pistas sin entregar la cuota en sangre, que hace tres décadas era un tercio de la parrilla aproximadamente. Precisamente, el automovilismo no es un juego.

Regresando a Schumacher, su manejador Willi Weber, habla de que en abril próximo habrá pláticas para saber si se retira o regresa a correr para el 2007 y quizás más allá. Pero en una categoría en la que cada vez hay menos figuras, precisamente porque los niños pilotos son desechables si no dan resultaos de inmediato y nadie enjugará una lágrima por ellos, es necesario que haya una figura que le otorgue cierto respeto a la categoría máxima del automovilismo, y solamente el germano puede hacerlo, porque Alonso será muy campeón en unos cuantas semanas, pero no inspira el respeto y la admiración que un Schumacher, y que conste que yo nunca he sido fanático del germano, pero veo la presencia que no tiene, y eso cuesta, por lo que esperemos que sigan dispuestos a pagarlo. En cierta forma me recuerda a los hip-hoperos de ahora que quieren compararse con Otis Redding. No hay manera de hacerlo. Y por el bien del deporte, ojalá le quede mucha pila al ‘Schuminator’.

© CEJV/SHRAC 2005