Fernando Alonso, Flavio Briatore y Mónaco.
 
Es una sensación muy especial, el viajar a Europa con tan sólo el smoking (traje de etiqueta) en el portatrajes (bueno y también una muda -que no la esposa ideal- sino un cambio de ropa), con destino final al super “snob ”, glamoroso y afamado Principado de Mónaco. Habiendo salido la mañana del jueves ocho de diciembre (’05), los horarios los arreglé para llegar a Niza (el aeropuerto más cercano al Principado) después de la hora de la comida, aterrizando de acuerdo a itinerarios, en taxi me dirigí a la estrella de la Riviera Francesa, directo al exclusivo (y carísimo) “Hotel de París” (a los miembros de la FIA nos dan tarifa reducida casi a la mitad). Debido al cambio de horario, una “pestaña” de tres horas no vino nada mal. A la hora prevista (20:00 h) camionetas rotuladas con grandes identificadores del logo de la autoridad deportiva y de turismo en el mundo, la FIA, (Federación Internacional del Automovilismo) conducidas por guapas monagescas, nos trasladan a 850 personas desde siete diferentes hoteles del area hacia el elegante y a la vez moderno centro de espectáculos que va recibiendo a los representantes de 108 países.
 
La ceremonia de premiación será en “La Salle de Etoiles” (La Sala de las Estrellas). Aquí tengo que hacer un largo paréntesis. El Salón es mucho muy amplio, semicircular (radial) y es en donde también se lleva a cabo la ceremonia final del Gran Premio del circuito urbano que se corre cada último fin de semana de mayo. La primera vez que tuve la oportunidad de asistir fue en 1978 (la más reciente hace un par de años), durante la premiación de la carrera de la Fórmula Uno. El lugar es de por sí impresionante por el tamaño, pero además esta rodeado por jardines, es decir, no están los invitados “encerrados” y para hacer más espectacular la ceremonia, el techo se corre como abanico dejando ver -durante el agradable clima de mayo- el cielo estrellado del Mediterráneo (claro, de ahí el nombre de “La Sala de las Estrellas”).

Ya que nuestro equipo, el “Rebaque F-1 Team” participó en el Gran Premio de ese año, contamos con invitaciones para la elegante ocasión. Guapísimas señoras (y alguna que otra señorita), galanes, artistas, millonarios excéntricos, etc, etc. además de los pilotos y dueños y jefes de equipo, eran la concuerrencia. Realmente apabullador. Ellos con trajes de etiqueta (estoy seguro que de Hugo Boss o Armani) y ellas con vistosos vestidos (Dior, etc.). De verdad que estaba su servidor “babeando” cuando después de una gran cena, el conductor da la bienvenida a la premiación en francés (y en un forzado inglés) y casi de inmediato anuncia: ” … y con ustedes, el ganador de la carrera… ". Uno espera al piloto (Patrick Depallier, en este caso) pero no, se abre la gran cortina y en el amplio escenario se ilumina al auto ganador (el Tyrell 009). Quieto, calladito, como queriendose salir de ahí por no ser su medio, sin embargo, como que por el aplauso que todos de pie le brindamos (“standing ovation”) le hacen sentir a gusto. No sé si es porque no nos lo esperábamos (el piloto Héctor Rebaque y su servidor) pero es realmente impactante el rendirle una larga ovación solamente al auto. En el escenario no estaban mecánicos, ni su diseñador, ni el dueño, ni patrocinadores, nadie, sólo el Fórmula Uno que aunque limpio, reflejaba el fragor de la batalla por las descarapeladas de pintura del frente y por un pequeño rozón en un costado. Después de dos o tres minutos de aplausos llamaron al piloto, a los subsecuentes lugares, etc. De ahí tomé la idea -debo confesarlo- de presentar en el Jai Alai de Acapulco a los autos ganadores de los rallies que a ese puerto tuve el gusto de organizar. Hasta aquí el paréntesis.

De paso comento que en esta ocasión, a la llegada, varias personas que tengo el gusto de conocer, me preguntaban ¿ Y el Gran Premio de Cancún …para cuándo? Pronto, les contestaba.

El caso es que aunque ya son alrededor de diez veces que por una u otra razón he tenido el privilegio de estar en ese gran salón, no deja de impresionarme. Tras el correspondiente registro para asignación de mesas, etc. entra uno al lugar, decorado sobriamente únicamente con banderas de todos los paises afiliados a la FIA arriba del escenario. Música de cámara antes y durante la cena, claro, de gran gourmet, acompañada de los mejores vinos y champagne (franceses, por supuesto). La mesa era compartida con los triunfadores de rallies TT (todo terreno) y los del WTCC. Con proyección en cuatro grandes pantallas (de cuatro por cinco metros cada una) inicia la premiación, desde los GoKarts -campeonato mundial, claro-, pasando por el de “Trucks”, Cuarto de milla europeo, etc. hasta irse acercando, con la GP- 2 y el campeonato del mundo de rallies, al plato fuerte: la Fórmula Uno.

A cada categoría le precede un estupendo video de alrededor de tres minutos, con niñas, accidentes, gestos, actitudes, rebases, etc. que ambientan y amenizan la presentación de los ganadores de los tres primeros lugares, quienes reciben vistosos trofeos (todos iguales, salvo los de la F-1). El caso es que es una Super Noche (o “La Noche”) en lo que al mundo automovilístico deportivo se refiere y una de las mejores fiestas ¡del planeta! El Lic.Gabriel González, Presidente de la ANA, fue quien me cedió su lugar (por ser su
vicepresidente). Él es vicepresidente mundial de FIA-Touring (y también de la Asociación Corre Caminos).


Las presentaciones de los ganadores son cortas, directas, con mucho contenido y únicamente seis o siete premiados tuvieron la oportunidad de tomar el micrófono (todos en inglés) entre ellos Fernando Alonso y Flavio Briatore (un buuu porque no llevó a Naomi Campbell) reflejando en sus palabras el orgullo de ser campeones del orbe.


En el escenario se presentaron algunos de los autos ganadores (sin notarse el cambio tras las cortinas). Efectos especiales, varios; el más lucidór, el del Citroën de Sebastien Loeb (campeón del mundo de rallies de este año) que proyecta una enorme foto del auto “brincando sobre un charco”, reflejada en una cortina de agua (que cae sobre el escenario) y segundos después, aparece el vehículo físicamente, cruzando por esa inmensa cortina de agua, tripulado por los campeones Sebastian Loeb y su copiloto Daniel Elena quien por cierto, le entregó a “su” Principe Alberto II el trofeo, por ser monagesco, lo que el recien entronizado personaje aceptó con agrado, mientras eran ovacionados por un buen rato. Previos a la entrega de los campeones del WTCC y del WRC los correspondientes videos mostraron las visitas de los eventos en México, reflejando el colorído y paisajes característicos de nuestro país.

Personalidades presentes todas: Schumi y Kimi (segundo y tercer lugares en el mundial), Max Mosley Presidente de la FIA y Bernie Ecclestone (no necesito decirles quién es). Burdie Martin (autoridad deportiva en los E.U. en proceso de retiro), Roger Peart (su similar de Canadá), Charlie Witting (director de seguridad, director técnico, arrancador oficial y director de carrera de todos los Grandes Premios del mundo -nada más-) y un largo etcétera. Como tengo el gusto de ser buen amigo de muchos ellos, me pareció todavía más amena la celebración.

También estaba presente el Ing. José Abed, Presidente de OMDAI-FIA México. La celebración terminó alrededor de la 2:30 am y tras un corto paseo en la plaza principal y la obligada visita al Casino (a dejarles más dinero del que ya tienen), me dirigí (al elegantísimo Hotel de Paris) a "medio-dormir" (por el cambio de horario) para tomar los vuelos correspondientes y así llegar ese mismo sábado diez de diciembre, a la capital del smog (D. F.), ya que mi sobrina se recibió ese día y había prometido estar con ella, con mi hermano, etc. y además porque el domingo tenía que comentar en la transmisión por Televisa, la Fórmula A-1 de Dubai y otro compromiso para comer. Mi novia no me acompañó porque dice que estoy "loco" por haber estado en europa nada más como diez horas (tres de la “pestaña”, tres en la cena y cuatro de “medio-sueño").
Sí, si estoy loco, pero no quiero que me curen pues así me la paso muy bien. Además al no acostumbrase uno al horario de Europa, es más sencillo retomar el de México. No es la primera vez que viajo así a Europa (y creo que tampoco será la última).


 

Chacho Medina
chachomedina@sportcar.com