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          |  | 
              Ni 
                en la más optimista de sus proyecciones, Bernie Ecclestone 
                y Max Mosley habrían imaginado que los cambios introducidos 
                en la edición 2003 de la Fórmula Uno iban a desencadenar 
                una de las definiciones más apasionantes en la historia 
                de la categoría. Y no importa ya si alguno de los tres 
                nombres que mantienen en vilo a la afición mundial se hace 
                con el triunfo en las tres carreras que faltan. El trabajo está 
                hecho, y con creces. 
 El 
                llegar a estas instancias del certamen con siete pilotos con posibilidades 
                matemáticas de acceder a la corona es una situación 
                poco común en la máxima categoría del automovilismo 
                e, insistimos, buena parte del crédito se lo lleva la FIA 
                gracias a las modificaciones que introdujera para esta campaña. 
                Son los mismos siete volantes que se han repartido los éxitos 
                en las trece rondas hasta ahora celebradas, - además de 
                Giancarlo Fisichella que no entra en la cuenta - siendo el último 
                de ellos el benjamín Fernando Alonso, para quien cualquier 
                elogio resultará escueto y del que dedicaremos un espacio 
                generoso. |  
         
          |  
              Si bien 
              para algunos ciertas normas como las clasificaciones a una vuelta 
              lanzada resultan aburridas, para otros ha generado el efecto contrario, 
              mientras lo único cierto es que de la manera como se le mire, 
              la presente temporada ha vuelto a capturar el interés de 
              muchas personas que habían perdido el gusto de la F1 ante 
              la abrumadora superioridad exhibida en las pasadas temporadas por 
              Michael Schumacher y la casa Ferrari. Ahora, por el contrario, la 
              emoción parece no tener un clímax, en un constante 
              e impredecible devenir de sucesos que van a dilucidarse en la tierra 
              del Sol Naciente.
 Y como si de una final del campeonato de La Liga o del Calcio se 
              tratara, tres pilotos y sus respectivos equipos se juegan "la 
              Champions" en las pistas de Monza, Indianápolis y Suzuka, 
              vale decir, templos de la velocidad donde sólo Ferrari tendrá 
              ínfima ventaja con un "único juego" como 
              local, aunque sin contar con toda la plantilla en plenitud de rendimiento. 
              72, 71 y 70 puntos son las unidades que presentan Michael Schumacher, 
              Juan Pablo Montoya y Kimi Raikkonen lo que convierte cualquier vaticinio 
              en un simple ejercicio de adivinanza.
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          | 
              En 
                un artículo reciente nos atrevíamos a imaginar un 
                epílogo como el de 1986, cuando Nigel Mansell, Alain Prost, 
                Nelson Piquet y Ayrton Senna definían la batalla, pero 
                al punto al que hemos llegado supera con creces esta aspiración. 
                Para ello tenían que producirse una serie de circunstancias 
                que - para fortuna de todos los amantes del deporte automotor 
                - se han cumplido con emocionante y dramática precisión: 
                debacle técnica de Ferrari, regularidad de Raikkonen y 
                recuperación de Montoya. Habría que retroceder hasta 
                los inicios de la década de los ochenta para conseguir 
                una igualdad similar, con ediciones como las de 1981, 1982 y 1983 
                con media docena de aspirantes con posibilidades campeoniles a 
                falta de tres fechas. Pero una reseña detallada de aquellas 
                temporadas la dejaremos para las crónicas venideras, porque 
                Hungría dejó demasiadas cosas agradables para comentar 
                y otras para criticar.  |  
 
         
          | HAT 
              TRICK DE PRECOCIDAD
 
              
                |  | También 
                    en la nota anterior habíamos asomado el comentario 
                    acerca de las posibilidades de Alonso de lograr apoderarse 
                    del récord como el vencedor más joven de la 
                    historia de la F1. En verdad era, más allá de 
                    las posibilidades matemáticas que todavía le 
                    favorecían, una tarea por demás cuesta arriba 
                    dada la calidad de los rivales, pero lo realizado por el chico 
                    de 22 años que supera cualquier lógica optimista, 
                    rindiéndonos ante un muchacho que se ha dedicado a 
                    rescribir muchos capítulos en el automovilismo internacional 
                    en poco más de medio centenar de carreras: para la 
                    precisión, si las cuentan no fallan, 54 arrancadas 
                    sobre vehículos monoplazas. |  También en la nota anterior habíamos asomado el comentario 
              acerca de las posibilidades de Alonso de lograr apoderarse del récord 
              como el vencedor más joven de la historia de la F1. En verdad 
              era, más allá de las posibilidades matemáticas 
              que todavía le favorecían, una tarea por demás 
              cuesta arriba dada la calidad de los rivales, pero lo realizado 
              por el chico de 22 años que supera cualquier lógica 
              optimista, rindiéndonos ante un muchacho que se ha dedicado 
              a rescribir muchos capítulos en el automovilismo internacional 
              en poco más de medio centenar de carreras: para la precisión, 
              si las cuentan no fallan, 54 arrancadas sobre vehículos monoplazas.
 
 Eso fue lo que necesitó el español Fernando Alonso 
              para adjudicarse una de las metas más deseadas por cualquier 
              automovilista en el mundo: imponerse en un Gran Premio de Fórmula 
              Uno, objetivo reservado a unos pocos seres humanos en - vaya coincidencia 
              numérica - 54 años de historia de la categoría. 
              Pero no hablamos únicamente de sus participaciones con el 
              Minardi y el Renault, que apenas suman 29, sino desde el momento 
              en el cual el nativo de Oviedo se sentó por primera vez en 
              el Coloni Nissan de 2000cc del Euro Open Movistar Nissan de 1999 
              seguidas por una temporada en la F.3000. Es decir, llegó 
              a la F1 ¡con 25 largadas en su vida!, siete temrinaron en 
              victorias. Claro que habrá quien sostenga que el pupilo de 
              Flavio Briatore se tragó miles de kilómetros en pruebas 
              con el Renault F1 durante el 2002, pero la verdad sea dicha: nada 
              es comparable ni la experiencia es suficiente cuando cerca de 18.000 
              caballos de fuerza truenan al unísono a tu alrededor a la 
              espera de que se apaguen las luces rojas.
 
 Sin realizar la exhaustiva investigación que corresponde 
              ante tal estadística, de antemano se puede asegurar que deben 
              ser pocos los pilotos que en tan corto tiempo hayan triunfado desde 
              el día en el cual se subieron por primera vez a un monoplaza 
              con una barra antivuelco sobre sus cabezas. Uno de los más 
              precoces, el pentacampeón del mundo Michael Schumacher, necesitó 
              hasta 75 presentaciones entre F.Konig, F.Ford, F.3, Turismos, Sport 
              Prototipos y F1 antes de imponerse en el GP de Bélgica en 
              Spafrancorchamps 1992.
 
 Claro, no podíamos pasar por alto el nuevo documento histórico 
              de Fernando, tras haber quebrado la marca que estuvo en vigencia 
              por 44 años, transformándose en el piloto más 
              joven en adjudicarse un GP de F1, registro que correspondía 
              desde 1959 al neocelandés Bruce McLaren, quien aprovechó 
              la falta de combustible en el Cooper-Climax de Jack Brabham en el 
              primer GP de los Estados Unidos disputado en Sebring; para la anécdota, 
              el australiano empujó su monoplaza los últimos doscientos 
              metros hasta cruzar la meta en el cuarto lugar, lo cual le aseguraba 
              el primero de sus tres títulos mundiales.
 
 
              
                | Alonso 
                  es también el primer español en subir al cajón 
                  más alto de la premiación en una carrera de F1, 
                  con lo cual desaparece el mejor resultado previo obtenido por 
                  un hispano en poder de Alfonso Cabeza de Vaca marqués 
                  de Portago, quien haciendo dupla con el británico Peter 
                  Collins, fue segundo sobre un Ferrari en el GP de Inglaterra 
                  de 1956, marca que el propio Fernando empataría durante 
                  el GP de España de la presente temporada. Y es que a 
                  sus 22 años con 26 días, Alonso ha sumado un verdadero 
                  "Hat Trick" al convertirse en el más joven 
                  en realizar una pole position, un récord de vuelta y 
                  por supuesto, la victoria. Los futuros pilotos de la era internet 
                  la tendrán. |  |  muy 
              dura a la hora de intentar arrebatarle alguno de estos hitos y si 
              algún nombre podría amenazar ese registro en un futuro 
              cercano, no se olviden de Lewis Hamilton (un moreno británico 
              protegido de Mercedes Benz) y de Nelson Piquet Jr, ambos con 18 
              primaveras.
 
 KARTING, ESCUELA UNIVERSAL
 
 En la hora más gloriosa del automovilismo español, 
              aquella que recién comienza a disfrutarse en forma de la 
              "Alonsomanía", son muchos los elementos que bien 
              vale la pena recordar y destacar. Al menos así lo consideramos, 
              con el permiso de los que disientan de nuestros planteamientos.
 
 Y es que ante la justificada euforia mundial por el triunfo del 
              "marciano" asturiano (así como en su momento se 
              le llamó al motociclista finlandés Jarno Saarinen 
              o al americano Kenny Roberts), uno no puede olvidar los orígenes 
              de los participantes y la importancia que el karting representó 
              en la formación de cualquier volante profesional moderno. 
              ¿Qué tiene que ver el karting? se preguntarán 
              los menos avezados, ¿acaso no son esos carritos que muchos 
              ven como un vehículo de diversión familiar?. Pues 
              sí. Pero también son los mismos que forjaron el temple 
              y la destreza de los campeones mundiales de F1 los últimos 
              lustros, con excepción hecha en Damon Hill y Jacques Villeneuve. 
              Un mundo asombrosamente competitivo que se esconde en esos motores 
              de dos tiempos de apenas 100cc, donde las milésimas separan 
              al mejor del último, en un interminable y costoso peregrinar 
              de competencias y pruebas a lo largo de naciones y continentes, 
              ruta que siguieron leyendas como Alain Prost, Ayrton Senna y Michael 
              Schumacher, al igual que los modernos aspirantes a campeones como 
              Juan Pablo Montoya, Kimi Raikkonen y Fernando Alonso.
 
 
 
              
                | Junto 
                  a su padre José Luis, no fueron pocas las ocasiones en 
                  las que Fernando Alonso durmió en su propio coche o recorrió 
                  cientos de kilómetros sin descanso para ahorrar el pago 
                  de un hotel. Aunque posiblemente no lo admitan, pero el mismo 
                  Schumacher o Montoya debieron efectuar enormes sacrificios para 
                  destinar sus recursos en obtener las mejores piezas en una modalidad 
                  donde la única recompensa es un trofeo. Ahora es cuando 
                  cobran más valor las victorias del chico del principado 
                  de Asturias en el karting internacional - ignoradas entonces 
                  por los mismos medios que hoy lo reverencian - con éxitos 
                  en los reñidos certámenes de Italia y Europa además 
                  de convertirse en Campeón del Mundo Junior en 1996, una 
                  conquista que otro hispano de innegable talento había 
                  obtenido dos temporadas antes, Antonio García, pero quiso 
                  el destino que mientras uno es ahora la mayor referencia deportiva 
                  española en el planeta, el otro, a sus escasos 23 años, 
                  participe casi en el anonimato en el Campeonato Europeo de Turismos. 
                  Son las injusticias de una modalidad que en el presente sólo 
                  admite a 20 candidatos. |  |  En segundo término, ¿qué habría pasado 
              si en 1998 no surge en España el proyecto de monoplazas llamado 
              Open Nissan promovido por un menudo ex piloto de motos arrastrado 
              al mundo del periodismo de nombre Jaime Alguersuari?. Hace un tiempo, 
              en la parrilla de salida de una prueba de las World Series, conversábamos 
              con el empresario catalán y le indicábamos la sorpresa 
              que nos producía que un motociclista hubiese abierto el camino 
              a sus pares de las cuatro ruedas a lo que nos respondió con 
              una sonrisa de satisfacción, una aseveración que todavía 
              hay quienes se niegan a aceptar, especialmente en el entorno hispano, 
              pero la realidad no deja margen a la duda: sin la Fórmula 
              Nissan hoy no habría un Fernando Alonso en la Fórmula 
              Uno.
 
 Su triunfo en al temporada 1999 le valió una prueba con la 
              escudería Minardi y de allí en más son relatos 
              repetidos hasta la saciedad, del que rescatamos apenas el mal humor 
              de Cesare Fiorio quien le pidió prudencia al chico indicándole 
              que manejara despacio sobre el asfalto húmedo; los tiempos 
              contradecían al manager italiano pero mayúscula fue 
              la sorpresa de todos al escuchar de un incrédulo y tímido 
              Alonso que, en efecto, no había forzado para nada la máquina. 
              Un extraterrestre había hecho su debut en un F1. La avasallante 
              irrupción del ovetense le ha cambiado la imagen al siempre 
              menospreciado automovilismo español, territorio absolutamente 
              motociclista gracias a las incontables victorias y coronas sumadas 
              por sus centauros, con Angel Nieto a la cabeza, mientras en contrapartida, 
              sus automovilistas, como en el caso de Japón y Venezuela 
              y la generación de volantes italianos de las últimas 
              décadas, poco o nada han podido aportar a diferencia de los 
              que llevan el acelerador en el puño derecho.
 
 Claro que si hoy existe un Fernando Alonso también es gracias 
              a Aquellos que "se comieron las verdes", hombres con talento 
              que no lograron encontrar el momento apropiado, como el caso de 
              Luis Pérez Sala, Jordi Gené, su propio hermano Marc, 
              el recientemente desaparecido Fermín Vélez y hasta 
              Pedro de la Rosa, quienes debieron emigrar a tierras británicas 
              y hasta japonesas para labrarse una carrera y un nombre. Para los 
              sarcásticos británicos, Adrián Campos era el 
              modelo del volante hispano contemporáneo, piloto que gracias 
              a un generoso aporte económico familiar pudo llegar a la 
              F1 a mediados de los ochenta, siendo tan desconocido en su momento 
              como en el presente lo pudo ser el malayo Alex Yoong o el mismo 
              húngaro Zsolt Baumgartner. Qué paradoja, precisamente 
              Adrián Campos, quien saliera de la F1 al no clasificar en 
              tres ocasiones consecutivas con el Minardi Cosworth en 1988, sería 
              la persona que le otorgaría la primera oportunidad a Alonso 
              de subirse a un monoplaza con apenas 18 años y ahora funge 
              como manager personal del fenómeno de Asturias. Definitivamente, 
              el talento de Campos estaba fuera del habitáculo.
 
 DELICIOSO GOULASH HUNGARO
 
 De no ser por la magnífica cabalgata del piloto de Renault 
              y lo que significaba a medida que se acercaba a la meta, la carrera 
              magiar habría sido una enésima muestra de que el Hungaroring, 
              a pesar de sus modificaciones, no es digno de una justa de tanta 
              jerarquía, pero el mismo se mantendrá en el calendario 
              hasta que las hipócritas leyes antitabaco lleguen a los márgenes 
              del Danubio.
 
 Lo hecho por Alonso el día de su primer triunfo en la F1 
              es apenas comparable a la primera conquista de Nelson Piquet en 
              el GP de Long Beach de 1980 o la de Ayrton Senna en Portugal 1985, 
              cuando ambos se despidieron de sus rivales desde la largada, el 
              primero entre los muros del puerto californiano y el segundo bajo 
              un verdadero diluvio en el trazado de Estoril. El español 
              lo hizo en la pista de menor adherencia de la F1, donde salirse 
              de la huella ideal representa una pérdida de tiempo considerable, 
              exaltando su virtuosismo al volante al compensar la diferencia de 
              caballos de fuerza frente a los motores BMW, Mercedes o Ferrari 
              con una estrategia de carrera y puesta a punto perfectas.
 
 Para Renault, ahora identificada con el azul celeste, significó 
              la vuelta a la victoria como constructor en dos décadas, 
              si bien apenas fueron dos temporadas (1984 y 2002) en las que corrió 
              sin triunfos efectivos como fabricante de todo el paquete, intermedio 
              en el que ofreció sus motores a equipos como Lotus, Ligier 
              y Williams, marca esta última con la que alcanzó sus 
              mayores conquistas. Alain Prost había triunfado en Austria 
              1983 y todo estaba encaminado hacia el título de constructores 
              y pilotos, pero el menudo galo le amargó la existencia a 
              sus jefes al chocar en la siguiente carrera con Nelson Piquet y 
              por allí se diluyeron sus esperanzas.
 
 En la arrancada del Hungaroring se apreciaron varias cosas interesantes: 
              la pésima salida de los Williams, incapaces de transmitir 
              los casi mil caballos de potencia sobre la parte sucia de la pista, 
              mientras Jarno Trulli, colocado en el mismo sector, los dejaba atrás 
              como si hubiese efectuado una largada lanzada, al igual que Kimi 
              Raikkonen cuya maniobra le valía recuperar dos puestos, colocándose 
              tras el australiano Mark Webber, escollo que complicó notablemente 
              las aspiraciones del escandinavo aunque el balance final fue por 
              demás ideal, al ponerse apenas a dos puntos del primer lugar 
              con el rejuvenecido McLaren MP4/17. Si la mecánica lo acompaña 
              y no lo traiciona como en Nurburgring, el inexpresivo Kimi se nos 
              antoja el más serio contendiente en el embalaje decisivo. 
              Su cuota de equivocaciones parece saciada en las primeras vueltas 
              de las carreras de Montmeló y Montreal, vale decir, en las 
              clasificaciones del sábado, mientras en Hockenheim tuvo bastante 
              con salir caminando tras estrellarse contra la pared de neumáticos.
 
 Otro que debe agradecer la rigidez de los monoplazas modernos es 
              Ralf Firman, tras su pavoroso vuelo del sábado en la mañana 
              al perder el alerón trasero de su Jordan. El impacto fue 
              tan fuerte que llevó al doctor Sid Watkins a determinar el 
              reposo del británico, lo cual le abrió las puertas 
              al desconocido Zsoltz Baumgartner, piloto de pruebas de la escudería 
              amarilla con menos de 200 kilómetros en ensayos, un chico 
              que sin dudas se sacó la lotería frente a sus compatriotas. 
              La FIA completó el panorama haciéndose la vista gorda 
              en cuanto a la entrega de la Superlicencia, un requisito que para 
              algunos lleva semanas y que en el caso del magiar, apenas necesitó 
              unos minutos. Y es que el tío Bernie no iba a permitir que 
              la grilla de largada fuera menor a 20 carros, de allí que 
              el joven Zsolt pasó a convertirse en el primer descendiente 
              del temido Attila en correr en un GP de F1, teniendo como un lejano 
              precedente a Ferenc Szisz, quien casi un siglo antes ganó 
              la primera edición del GP de Francia en 1906 al comando de 
              un. ¡Renault!.
 
 Lo hecho por Baumgartner fue honesto, si consideramos su escasa 
              experiencia adquirida en la F3000, donde es uno más del pelotón, 
              mientras otro debutante, el danés Nicolás Kiesa, hizo 
              su estreno en Alemania y hasta la fecha su mayor mérito ha 
              sido el llevar el Minardi hasta la meta, así sea en la última 
              posición. El subcampeón mundial de karting 1996 y 
              sorpresivo vencedor en el GP de F3000 de Montecarlo 2003 (cuando 
              se encontró con el regalo del sueco Bjorn Wirdheim, quien 
              protagonizó el blooper del milenio al detenerse a saludar 
              a su equipo creyendo que ya había cruzado la meta), tiene 
              como primera misión igualar a su compañero Jos "The 
              Boss" Verstappen, una tarea que a todas luces se presenta complicada.
 
 Sigue asombrando el australiano Mark Webber, quien una vez más 
              asustó en las clasificaciones al colocarse tercero, manteniéndose 
              por muchas vueltas en la segunda casilla. El Jaguar-Ford-Michelin 
              mantiene su ritmo, aunque su nueva adquisición Justin Wilson 
              no ha hecho mucho más de lo que hacía el defenestrado 
              Antonio Pizzonia, lo cual permite pensar o que Webber es un súper 
              fenómeno (ya en Minardi hizo cosas destacables), o la atención 
              en los bólidos verdes no es similar para sus dos conductores. 
              Es apenas la segunda presentación del espigado Justin sobre 
              los fabricados verdes, así que habrá que darle tiempo 
              para que justifique sus credenciales.
 
 Otra buena tarea de apoyo táctico realizó David Coulthard 
              en el Segundo McLaren, el único en haber seleccionado la 
              estrategia de dos detenciones en vez de tres como la totalidad de 
              los punteros, mientras Jarno Trulli tuvo mucho trabajo en el renovado 
              circuito húngaro al tratar de contener primero a Montoya 
              y luego a Michael Schumacher, si bien el de Pescara debe haber sido 
              uno de los que peor la pasó en Hungría, porque a igualdad 
              de máquinas, fue doblado por su compañero Fernando 
              Alonso, pareja que fue ratificada en el equipo Renault para la temporada 
              2004 donde arribarán con muchas aspiraciones.
 
 TROMPOYA SALIÓ BARATO
 
 
              
                |  | Juan Pablo Montoya completó un resultado 
                    por demás positivo luego de una complicada salida y 
                    su séptimo podio consecutivo le deja apenas a un punto 
                    del primer lugar, es decir, nunca antes desde su arribo a 
                    la F1 estuvo tan cerca de comandar el campeonato. Sin embargo, 
                    el bogotano casi estropea todo con su tercer trompo de la 
                    temporada, una cifra por encima del promedio de errores permitidos 
                    a cualquier aspirante a campeón, aunque por otra parte, 
                    si ha sobrevivido con mínimo perjuicio a los percances 
                    de Melbourne, Montreal y Budapest, quiere decir que la suerte 
                    está de su lado, un elemento fundamental que siempre 
                    acompaña a los predestinados. Lo mejor de Juancho es 
                    la honestidad con la que reconoce sus fallos, aunque ello 
                    signifique que sus seguidores vivan con un nudo en la garganta 
                    hasta que se baje la bandera a cuadros. |  Y hablamos de pecados "permitidos" porque salvo excepciones 
              muy raras, todos los campeones cometieron algún que otro 
              desliz en ruta hacia la corona. En la era que nos ha tocado vivir, 
              recordamos uno de Niki Lauda al realizar un trompo en Nurburgring 
              1984 que por poco le complica el tricampeonato, pero entonces su 
              coequipero en McLaren Tag Porsche Alain Prost apenas era un aprendiz 
              de profesor, lejos de arribar a la perfección que alcanzaría 
              con el tiempo, y ya había echado por la borda hasta tres 
              cetros con distintos percances en momentos críticos; Nelson 
              Piquet chocó hasta tres veces consecutivas en la ruta hacia 
              su primer título en 1981, y en 1987 un trompo suyo en España 
              prolongó las posibilidades de Nigel Mansell; el gran Ayrton 
              Senna se estrelló contra un guardrail en Mónaco 88 
              cuando dominaba con el McLaren Honda, pero aun así fue campeón; 
              Michael Schumacher también efectuó un trompo en Spa 
              1994 que no le impediría llegar al primer escalón 
              del podio, si bien luego sería descalificado por el empleo 
              del fonde plano de madera de menores dimensiones a las permitidas. 
              Es decir, ni los más grandes pluricampeones estuvieron exentos 
              de equivocaciones, de allí que los aspirantes todavía 
              tienen "permiso" par errar, palabra que hasta la fecha 
              no parece formar parte del vocabulario de Fernando Alonso.
 
 Claro que no debe haber sido del agrado de Patrick Head la nueva 
              desconcentración de su piloto, como tampoco lo fue la enésima 
              maniobra descontrolada de Ralf Schumacher en la arrancada, maquillada 
              por una soberbia recuperación, con un hasta ahora poco visto 
              adelantamiento sobre su hermano mayor, resultados que le otorgan 
              el primer lugar de constructores a la casa británica, el 
              objetivo principal de Sir Frank Williams. Juan Pablo tuvo la inmensa 
              fortuna de retornar a tiempo justo por delante del menor de los 
              Schumacher, pero, ¿qué habría pasado si Ralf 
              pasaba a su compañero?, ¿se iba dejar adelantar para 
              cederle el tercer lugar al colombiano?, una pregunta que para todos 
              los que laboran dentro de la escuadra de Grove no hubo necesidad 
              de responder.
 
 Pecamos estrepitosamente al pensar que la casa del Cavallino Rampante 
              iba a plantar cara en Budapest, especialmente Schumacher, pero resultó 
              una de las más grises actuaciones en toda su carrera, cómplice 
              de haber estado en el lugar incorrecto en el momento justo, como 
              cuando salió detrás de Jarno Trulli y cuando se quedó 
              sin combustible al llegar a su segundo reabastecimiento. Pero como 
              no podía ser de otra manera, la palma de la mala fortuna 
              se la volvió a llevar Rubens Barrichello, quien por otro 
              lado puede sentirse contento de escapar sin ningún rasguño. 
              La imprevista rotura de la suspensión trasera en el punto 
              más veloz de la pista (más bien parecía una 
              explosión de la transmisión por la manera como salieron 
              las piezas volando), acabaron con las esperanzas del brasileño, 
              mientras Montoya fue un espectador privilegiado y poco faltó 
              para que también se viera involucrado en el incidente.
 
 La rueda trasera del F2003-GA salió disparada y gracias a 
              Dios esta vez no golpeó a nadie, mientras el piloto reclamaba 
              la falta de atención médica y el poco espacio en vías 
              de escape. Qué ironía: los más de 100 metros 
              de zona de desaceleración ya no son suficientes para los 
              pilotos de hoy, en un tramo que ahora tiene asfalto en vez de gravilla, 
              con lo cual un vehículo descontrolado difícilmente 
              puede detenerse sino hasta estrellarse contra la múltiple 
              barrera de neumáticos. Rubinho admitió haber sentido 
              miedo al sentirse como un pasajero en un avión sin alas, 
              pero como no nos cansaremos de repetir, todos los héroes 
              del presente deben dar gracias a las extremas medidas de seguridad 
              que rigen en los deportes a motor, porque de lo contrario, ya muchos 
              ni siquiera lo contarían, sin importar su habilidad o jerarquía.
 
 
 
              
                |  | Definitivamente 
                  la F1 moderna no deja margen para los milagros y si los ingenieros 
                  dicen que en tal pista el chasis y la aerodinámica no 
                  les favorece, pues en realidad es así pues ya no hay 
                  tiempo para inventar algo nuevo. McLaren confía en el 
                  óvalo de Indiana puesto que en la edición pasada 
                  les fue muy bien allí, y como al final hablamos del mismo 
                  carro modificado, esperan que la situación se repita, 
                  mientras son más cautos para Monza y Suzuka. Ferrari 
                  y Bridgestone cuentan los minutos para salir a probar en Monza, 
                  luz verde que recién recibirán en el mes de septiembre, 
                  ensayos que determinarán el éxito o no en lo que 
                  resta de la temporada, mientras el paquete BMW-Williams-Michelin 
                  es sin dudas el mejor de la grilla, y en el Autodromo Nazionale 
                  di Monza deben ratificarlo, con posibilidades en Indianápolis 
                  y con mucho trabajo en Suzuka, donde la lluvia pudiera ser el 
                  elemento sorpresa que desequilibre los esquemas. |  Por 
              supuesto, cómo olvidarlo, fue la guinda del pastel y también 
              una imagen que puede interpretarse de muchas maneras: el maestro 
              Michael Schumacher doblado por el eventual ganador Fernando Alonso, 
              una satisfacción que sin dudas genera más goce perverso 
              entre la afición y la prensa maliciosa que entre los verdaderos 
              profesionales, aunque tampoco hay que olvidar que similar maniobra 
              se produjo en el pasado reciente a favor del propio germano sobre 
              el colombiano Juan Pablo Montoya, precisamente allí, en tierras 
              húngaras. Y si de hispanoparlantes se trata, la de Budapest 
              fue la primera ocasión desde el GP de Argentina de 1957 cuando 
              dos corredores de lengua castellana subieron al podio, en aquella 
              ocasión con el inmortal argentino Juan Manuel Fangio como 
              vencedor, mientras su compatriota Charlie Menditeguy era tercero, 
              un tipo tan particular que además de estupendo piloto aficionado, 
              era experto golfista, velerista y hadicap 10 en polo. De momento, 
              es hora de celebrar con sidra asturiana. 
               |  
 
         
          |  | Octavio 
              Estrada 
 Más 
                columnas de Octavio, aquí Nuestros 
                columnistas, aquí |  |