Expresión
del "Juego Limpio"
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El deporte
de competencia puede responder a numerosas exigencias y aportar a cada uno,
cualquiera que sea su edad y condición, posibilidades de expansión
y un enriquecimiento de las relaciones individuales y colectivas. Puede, de
diversas y notables maneras, mejorar la calidad de vida.
El crecimiento de nivel de vida y el aumento de tiempo libre, incitan a una
participación creciente en el deporte de competición. Al mismo
tiempo, la amenaza contra el "juego limpio" aumenta en razón
de la búsqueda mas frecuente de la victoria a cualquier precio.
El competidor es el que da el testimonio del "juego limpio". Eso
exige la prueba de un respeto total y constante a la regla escrita y sobre
todo al espíritu con que se hizo, y esto será mas fácil
si se acepta el objetivo de la regla y si se reconoce que además de
esta regla, existe un espíritu dentro del cual debe practicarse el
deporte de competición.
El "juego limpio" se manifiesta por la voluntad de participar para
ganar, objetivo primero y esencial, y el rechazo firme a conseguir la victoria
a cualquier precio.
El "juego limpio" es una forma de ser, basada en el respeto a sí
mismo y que implica respeto al adversario, victorioso o vencido con la conciencia
de que es el compañero indispensable al que le une la camaradería
deportiva. Además, respeto positivo al arbitro o al juez.
El "juego limpio" implica modestia en la victoria, serenidad en
la derrota y una generosidad suficiente como para crear relaciones humanas
entrañables y duraderas.
La amenaza principal que pesa sobre el "juego limpio", es la importancia
excesiva que se le concede a la victoria. Competir para ganar es la esencia
de la competición deportiva, pero la preocupación excesiva por
la victoria incita cada vez más a los participantes a violar los reglamentos
y burlar la autoridad de los oficiales, recurriendo a practicas desleales
y de indisciplina.
Los participantes tienen una responsabilidad primordial en salvaguardar y
desarrollar el "juego limpio", por su constante observancia de las
reglas, su sensibilidad para el espíritu deportivo, su respeto constante
y absoluto a los oficiales, a los adversarios y compañeros.
Como primeros educadores, los padres pueden aportar una contribución
inestimable a la enseñanza del "juego limpio" a sus hijos,
e iniciarlos en los principios de la lealtad, así como hacerlos descubrir
y reconocer los verdaderos valores.
El deber de la organización es el de definir claramente la ética
del comportamiento deportivo mediante reglamentos y asegurarse de que son
totalmente respetados.
Estas organizaciones son guardianas de la imagen del deporte y tienen una
responsabilidad especial cuando se trata, mediante el uso prudente pero positivo
de su autoridad, de salvaguardar la dignidad del mismo. Es indispensable que
reacciones firmemente contra toda acción desleal y cualquier ataque
al "juego limpio".